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POR MI SARITA

 POR MI SARITA




Salud por los años vividos. Salud por mi querida directora. Salud por las aulas que me acogieron por cinco maravillosos años. Salud por las alegrías, las amarguras, los llantos, las travesuras, los besos robados, los besos lícitos, los amigos ganados, los grandes profesores y los mediocres. Salud por las hermosas mujeres que albergaron las aulas de secundaria.  Salud por mis triunfos y derrotas. Salud por lo aprendido, por lo corregido, por lo madurado. Salud por mis cordones de cada año. Salud por mi cordón de brigadier general que acepté con mucho honor y renuncié por la mejor de las causas, el amor. Salud por mis cojones bien puestos para escupirle en los bigotes un cargo que valía menos que mi honor. Salud por los virulentos peleles que quedaron, salud por los mejores que se fueron. Salud por el recuerdo. Salud por Luis Llagas, profesor amable que nos educó en la amistad, la unión y la perseverancia hacia nuestras metas. Salud por él y sus carajeadas a puertas cerradas. Salud por Julio Lurita y la confianza que me dio al otorgarme el cordón dorado de brigadier general. Salud por las vibras al escuchar mis razones de renuncia. Salud por él, porque nos enseñó a ser disciplinados y nos granputeó ante cada mal paso en la vida, y nos metió al baño de cuando en cuando para educarnos en el aseo personal. Salud por el gran Jonny Ortiz, el mejor profesor que he tenido hasta ahora. Un ícono, un intelectual de primera. Se sabía todos los cursos. Mi ejemplo a seguir. Recuerdo sus palabras: ‘Estudia y cada vez estudia más, y verás como las chicas se te van pegando como moscas’. Los años solo han confirmado sus palabras. Salud por Fernando Benitez, un profesor que nunca tuvo una clase aburrida. Salud por las tortas de chocolate, por sus consejos y su abrazo paternal cuando estuve en problemas y no aguante más el llanto. Salud por Paul Chávez, por la confianza que me dio el empujón para ser lo que hoy soy frente a un público, un parlanchín que fácilmente puede hablar por horas frente a la multitud. Salud por ‘Los ojos de mi princesa’, libro que marcó un antes y un después en mi vida. Salud por Miluska, la chica que me enamoró en los pasillos del tercer piso. Salud por ella porque me dio los días más locos y alucinante que hasta entonces no había vivido. Salud por ella porque me demostró, sin quererlo, que nada es más hermoso que andar enamorado. Salud por Mayte y Dayana, mis fieles amigas, aunque el tiempo nos haya alejado. Salud por Dagui, mi hermano. Salud por la chica linda que conocí en el patio y me flechó y aun tengo el recuerdo. Salud por ella y su locura. Salud por todo y por tanto. Levanto mi copa y adentro.

El Sarita fue el colegio que me albergó en la peor crisis económica que pasó mi familia. Tuve que dejar un colegio de mediano prestigio por este, el colegio venido a menos por los comentarios de la gente. Gracias a la señora Eva por darme su confianza desde el primer día, por confiar en mi. En el primer mes demostré que podía darle resultados y desde entonces no paré hasta quinto. Los premios ganados en olimpiadas matemáticas, las alegrías con la selección de fútbol en la Copa Coca-Cola, el concurso de poesía, la representación de teatro en el Santísima. Gracias por todo y por tanto. Hay tanto por contar y tan pocos espacio por aquí. De mis riñas no quiero recordar, al menos no esta noche. No quiero tener bigotes de brocha en mis recuerdos.

Porque al Sarita lo hicimos grande sus alumnos y los profesores del periodo 2005-2, y tengo la plena confianza que algún día lo volverá a ser. Porque aun confió en que se puede volver a pelear las olimpiadas matemáticas, si nos cortamos los bigotes. Algún día, tal vez cuando me atreva a contar mi verdad a mi querida directora. Hasta entonces ¡Salud! Salud por mis alegrías, mis amarguras, mis penas y mis llantos. Salud por los que estuvieron conmigo en los tres meses más duros del 2008. Salud por mis cojones que me dieron valor de buscar a la directora el último día de clases, y botando mi orgullo a la basura, pedirle perdón por cosas que no hice, pero que era necesario pedir perdón, para no irme con la herida. Salud por mi último día de colegio, por el último sonido del timbre de salida, por los cinco minutos siguientes en que me quedé con lágrimas en las mejillas viendo la imagen de mi Sarita, el patio, las aulas y todo. Salud por mis lágrimas desparramadas en mis mejillas y el abrazo incansable de Miluska. Salud por todo y por tanto. Salud por mi Sarita. Salud por esto y por más.
 
SERGIO PATRICIO.

DEDICATORIA:
A mis años maravillosos.

(Escrito el 25/09/14)

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