Se han metido por la ventana y empezaron a vaciarnos la 'refri'. Con sus gorras coloridas y ese swing encantador al hablar, han secuestrado nuestra atención y van comiéndose los frijoles de la familia.
Yo creo que solo existen los individuos: todo lo demás, las naciones y las clases sociales son meras comodidades intelectuales; decía el maestro Jorge Luis Borges. Y casi siempre estoy de acuerdo con él. Esta vez, claro, no es la excepción. No creo que se deba juzgar a las personas por su nacionalidad, no señor, ese acto vil lo condeno rotundamente.
Es conocido por el mundo entero la situación lamentable por la que pasa Venezuela, y los que somos amantes de la lectura y la investigación, tal vez, estemos más empapados del tema que muchos venezolanos. No revelaré nada nuevo al decir que se dispararon a los pies al ponerse en manos de la izquierda socialista, lo cual deja en evidencia que no existe mucha diferencia entre el nivel educativo al que están sometidos y al que lo estamos en el Perú. Basta conocer los resultados de todos los gobiernos de izquierda en el mundo, a lo largo de la historia, con su chispazo de entusiasmo, con su éxito fugaz e insostenible. Incluso China, un gobierno a cargo del Partido Comunista, entendió a tiempo el camino del desarrollo. ¿Cómo lo hizo? Entendiendo el presente. ¿Cómo lo intentó Venezuela a cargo del mequetrefe de Chávez? Tratando de volver al pasado, queriendo ser Bolívar en pleno siglo XXI. Un orangután con chaqueta los convenció, un homínido que jugaba a gobernar apuntó a su nacionalismo, a su amor por sus colores, por su patria, para cegarlos y robarles la tranquilidad que todo ser humano, por justicia del destino, se lo merece. Pasaron los años y una vez más, nuestros amigos venezolanos permitieron que Maduro, otro truchimán de pacotilla, un neandertal perdido en nuestro siglo, se haga del poder. Hoy no lo pueden sacar, y en lugar de intentarlo, muchos fugan, se escapan, y los pocos responsables que quieren hacer frente y ponen el pecho por la tranquilidad de sus familias no tiene el apoyo suficiente de esos que se quejan de la crisis, pero que esperan que alguien, por milagro, les solucione el problema de fondo. Es lamentable, pero es cierto. Es triste, pero están pagando el precio de su mala decisión. El destino nos libre de la izquierda en mi país.
Hace algunos meses empezamos a ver personas muy alegres, que con su tonito peculiar empezaron a llenar nuestras calles de arepas. Venezolanos cojonudos, de valor, con muchos huevos, salieron a ganarse la vida, dejando su profesión de lado, dejando su estatus a merced del hambre. Los peruanos los recibimos con los brazos abiertos y con una gran admiración por su entusiasmo, por su valentía de salir a ganar el pan para su familia, por sus modales. Y entonces, les compramos su primera imagen, asumimos que todos los venezolanos serían iguales, nos adelantamos a los juicios y los empezamos a apoyar sin pensar, al menos un poco, en las consecuencias. Han pasado ya varios meses desde las primeras arepas que comimos más por generosidad que por curiosidad, de esas tizanas que nos recordaron que no debemos dejar nuestra tierra porque extrañaríamos mucho nuestra chicha morada, nuestra rica chicha de jora, el jugo de cocona y más. Han pasado ya varios meses y hemos llegado al punto de recibir ocho mil venezolanos al mes.
Por un lado están mis compatriotas que piensan que nos quitan trabajo, y por otro los que piensan que harán que nos preocupemos más por mejorar con la presión de la competencia. En ambos casos tienen sustentos que difícilmente se pueden refutar. A favor de los primeros, se puede decir que ante la urgencia económica los foráneos se ofrecen por un menor sueldo, malogrando así el mercado laboral. Por el otro lado, esto podría hacer que los peruanos nos empecemos a especializar, nos capacitemos y nos hagamos un personal indispensable, un profesional que no puede compararse con el extranjero. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿se puede llegar a un análisis tan vago con unos pocos segundos de reflexión?. No, señores. Hay mucho más por analizar. Hay que hacer números, analizar las probabilidades, y con ello, tomar las medidas, implantar las políticas necesarias para evitar ser perjudicados. Hay que ayudar, pero sin quitarle el pan a nuestra familia. ¿Han pensado en la vida de los que suben al bus a diario? Solo citaré este ejemplo para no alargar demás. Imagínese usted a una señora que sube a vender caramelos a los carros, asumamos que la señora ganaba 20 soles por día, con lo cual sustentaba la alimentación de sus hijos. Para ganar esos 20 soles trabajaba 15 horas por día. Ahora, cuando sube a los carros, se encuentra con pasajeros que ya compraron caramelos, arepas, bombas, limonadas. Esta misma señora ahora gana menos, y si quiere llegar a lo que ganaba antes, debe trabajar más horas, debe esforzarse más. Entonces, ¿qué está sucediendo?. Lo invito a analizar nuestra situación. No se deje llevar por su alienación, por su asombro y emoción al ver un extranjero. Todos somos iguales, trátelos como tal, son personas al igual que nosotros. No los trate mal, no los ignore, pero tampoco los sobre valore, no pague el triple por un producto que lo puede encontrar a un precio justo.
Para cerrar, me dirijo a los venezolanos. Si eres una persona de bien, trabajadora, con principios, bienvenido a mi país, un país generoso con un gran corazón que lo recibe con amabilidad. Pero si eres un venezolano patán, ahí nomás 'causita', de esos tenemos muchos. Si eres un venezolano ladrón, 'aguanta tu coche bandido', de eso tenemos hasta para botar. Si eres un venezolano 'cagón' que viene a estafar subiendo sus precios por las nubes, 'métetelo por el culo carajo'. Si eres un venezolano que viene a 'rajar' de mi tierra, respira cabrón, deja tu puta cobardía y regresa a tu país, amárrate bien las 'pelotas' y soluciona los problemas de tu patria, no dejes que Maduro 'te la meta doblada', no vengas con charlas de sabiduría cuando tu país lo que necesita es una mente brillante, que haga estrategia, para sacar al chimpancé que los gobierna. No se me alteren, mis amigos venezolanos, esos que son gente de bien, me dirijo a los que han empezado a dejar mal a su gente, con actitudes deplorables. A esos me dirijo. No llore más chamito, aquí los tratamos bien si se portan bien, y si nos siguen jodiendo, mi gente no aguantará, se levantará, y los botaran a patadas.
SERGIO PATRICIO.
27/01/2018
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