UN VIERNES SANTO, NO TAN SANTO Su polo blanco casi transparente dejó que notase su sostén rojo. La primera vez que la vi me llenó de arrechura. Aquella vez llevaba puesta una minifalda (debo resaltar el prefijo ‘mini’ pues eran bastante cortas). Su minifalda también era de color blanco y me permitió notar su calzón rojo. Caminaba inquietándome la mirada, sus nalgas bailando a ritmo firme un izquierda y derecha. Me sentí un sádico, un pervertido, un mañosón de la gran puta. Pero esa vez, la primera vez, no andaba sola, caminaba con su amiga, que seguramente nunca en su vida robo una mirada sino mas bien espantó todas. Por desgracias de la vida, la vida tan desgraciada siempre, la virtud de su amiga no era la belleza. Pero ella, la que movía a ritmo excitante sus caderas, era una mujer muy deseada, y lo sabía. Vi en su rostro un aspecto de prostituta a futuro, de trabajadora del sexo aun no profesional. Cuando la vi por primera vez le lancé un piropo en paracaídas para que at...
Voy a contarles algunas historias, de esas que no se deberían contar. Voy a escribir lo que dicte el insomnio, lo que susurre el café y lo que inspire la luz de la Luna.