Diana Villa (2013) Otro cualquiera en mi caso, se hubiera echado a llorar; sonaba esa pequeña parte de La Profecía, de Rafael de León, como susurros de cuando en cuando. Seguía siendo un destructor de sentimientos. La última decisión, la de cortar con Esther dejó rezagos. Creí que fue la mejor decisión. Ser drástico, ser consecuente con mis ideas. Pero no calculé que con eso lastimaba a alguien que me quería. No pensé siquiera que un corazón quedaba roto, o que incluso el mío también, sí es que aún lo tenía. ¿Qué podía hacer? No lo sabía. ¿Qué hacer cuando sientes un dolor en el pecho? ¿Qué hacer cuando sabes que todas las decisiones que vienes tomando solo dejan muertos y heridos en el camino? ¿Acaso vale la pena todo el desastre por mis desórdenes sentimentales? Entendí que no, que solo lograba sentir afecto por alguien, que me acercaba los instintos libidinosos y eso nos llevaban a más. Pero estaba hiriendo personas, gente que me abrió su corazón, y yo, todo un canalla de...
Voy a contarles algunas historias, de esas que no se deberían contar. Voy a escribir lo que dicte el insomnio, lo que susurre el café y lo que inspire la luz de la Luna.