AMO A MI MAMI Tenía apenas 17 años cuando me aceptó en su vientre. Me rentó un pedacito de su cuerpo, me cobijó por nueve meses. Durante esos meses me hizo el delivery más de tres veces por día y nunca pagué la cuenta. Sin embargo, ella me cuenta con un brillo en los ojos, que yo la cogía a pataditas, y cuando lo hace veo en cada uno de sus gestos el amor que me guarda, y entonces, siento que tengo la mejor madre; la mejor, y que la amo. Y como no podría amarla como la amo, si me enseñó el mundo un 23 de julio, con agallas, en pleno ‘toque de queda’. Me enseñó el amor y la alegría cada vez que me acurrucaba en sus brazos y me llenaba de besos, la mujer que celebró mis primeros pasos como si hubiese ganado un mundial, de quien sus ojos se nublaron con lágrimas de alegría cuando por primera vez la llamé ‘mamá’. Como no amarla si ella me enseñó el nombre de las cosas, los colores, lo bueno y lo malo, el respeto, la caballerosidad. Me enseñó a escribir, a dibujar y a pintar con cr...
Voy a contarles algunas historias, de esas que no se deberían contar. Voy a escribir lo que dicte el insomnio, lo que susurre el café y lo que inspire la luz de la Luna.